El amor no puede ser una emoción, no puede ser un ideal. Una
emoción no puede ser sino una sensación psicofísica, un ideal no es más que un
conjunto de ideas, de pensamientos. El amor ha de ser, para ser verdadero, la
espontánea atracción a la unidad que somos. No estamos separados y por eso no
podemos considerar a nada ni a nadie separado, nada está fuera, –de la
consciencia- nada es opuesto ni lejano, nada es enemigo. Jesús, según los
evangelistas, hablaba a partir de esta comprensión. Decía que había que amar a
los enemigos, a los que nos ofenden. Así se rompe el condicionamiento mental de
los opuestos, de querer a los buenos y odiar a los malos. Se rompe la dualidad
en el amor sagrado, o lo que es lo mismo, al romper la dualidad del
pensamiento, por sabiduría irrumpe el amor sagrado.
Consuelo Martín
(Sabiduría en la acción de ediciones Mandala)
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